En esta isla, tiempo atrás, cuando funcionaba la planta empacadora, había mucho dinero en el puerto; los pescadores trabajaban la langosta, el abulón y especies de escama. En aquel entonces, también estaba abierta una mina fosfórica. Aunque hoy todo eso está abandonado, los habitantes continúan ejerciendo el oficio de toda la vida: la pesca.
Durante los meses de enero a marzo las cooperativas pesqueras trabajan como guías de turistas, ya que en esa temporada se organizan paseos para observar al segundo mamífero más grande del mundo, la ballena gris, que año con año arriba a las cálidas aguas del Pacífico mexicano para reproducirse y dar a luz a los pequeños ballenatos.
La mejor forma para explorar y convivir con la naturaleza de esta región es acampando. Tres días son suficientes para recorrer las dunas, los manglares y la colonia de lobos marinos.