El cementerio de Álamos se encuentra en un paraje solitario, a orillas de la ciudad. Es considerado monumento histórico. Fue abierto en 1794 y, según el Instituto Nacional de Antropología e Historia, muchas de sus mil 200 tumbas son de finales del siglo XVIII.
Cuentan quienes lo han presenciado, que sombras y seres extraños rondan el lugar, a la medianoche, en medio de una neblina inexplicable. Llevan extrañas vestimentas que los cubren de pies a cabeza. Algunos bailan, como si no tuvieran huesos, sobre muros y entre tumbas, al tiempo que gruñen y aúllan. Otros se sientan en círculo alrededor de una hoguera; lo más escalofriante es cómo ríen y chiflan.