Dentro del parque se mira un estanque que quizá evoca aquel paraje lacustre de la zona durante la época prehispánica, donde según cuentan se apareció la diosa Chicomecóatl. Se notan también partes de un acueducto de la época colonial, usado ahora para proveer de agua al aljibe.
Hay un espacio cubierto de sauces dispuesto para el descanso, la lectura y la apreciación del lugar. Una plataforma elevada presta su superficie a un área destinada para actividades culturales.
Es un sitio ideal para andar en familia, donde arquitectura y ambiente se vuelven uno solo. Por este parque, en 1992, Mario Schjetnan obtuvo la medalla de oro en la II Bienal de Arquitectura Mexicana y fue acreedor al Honor Award por la American Society of Landscape Architects.